César Vallejo nació el 16 de marzo de 1892 en Santiago de Chuco. Un poeta que inmortalizó en sus versos la miseria y la orfandad del ser humano en su paso por la tierra, pero que logró levantar su aliento desde los profundos abismos de la soledad y la guerra, comunicando a los otros el encuentro de su noche con la palabra esencial y social.
Vivió, estudió y trabajó en Trujillo desde 1913 hasta 1918. En la Universidad de Trujillo, tuvo oportunidad de sumergirse en un ambiente bohemio, que frecuentaban periodistas, escritores y poetas, entre las que destaca Magda Portal, poeta peruana que alcanzó a sorprender con sus versos tanto en el Perú como en Latinoamérica por ser la primera mujer en publicar un libro vanguardista, La esperanza i el mar (1927). También compartió tertulias y conversaciones con Víctor Raúl Haya de la Torre, Alcides Spelucín, Macedonio de la Torre y otros integrantes del “Norte”, grupo liderado por Antenor Orrego.
En 1920 cuando se encontraba visitando su pueblo natal, tuvo lugar un hecho que lo marcó profundamente durante el resto de su vida. Allí participó en unos disturbios que lo condujeron a la cárcel por tres meses. Esa experiencia dejo una huella en su vida y su obra, vuelve a revisitar esas congojas en varios poemas de Trilce (1922). Este poemario lo empezó a componer en 1918, pero la mayor parte fue escrita al año siguiente; y otros, en 1922. En esta obra, Vallejo renunció a la comunicación poética de tradicional que hasta ese entonces había adoptado.
TRILCE
Trilce, un poemario publicado en 1922 por el escritor César Vallejo, cumple cien años de su estruendo mudo. Divagaciones e islas de sentido habitan las páginas de Trilce, testimonios poéticos de un hombre de hueso y vegetal sensación. Los estados del alma se interceptan en ángulos agudos y graves, la orfandad hecha palabra balbucea y se desgarra de la página.
Nada de simetrías perfectas esperamos de Trilce, ni una legible pertinencia en distorsión de espacio y tiempo. Unos poemas que atraviesan un siglo y que resuenan sordos en oxímoron cercano y libertad de forma. Lejos del hogar vamos a explorar una muestra de su cosecha elegíaca para una humanidad huérfana de sentido y que bebe en la sombra las costras de un lenguaje que vulnera los nombres acostumbrados a la utilidad.
Autológico y neológico el significante poemático nos exige mirar hacia adentro. No busquemos una rosa en el camino, esperamos espaciamientos y palabras arrastradas al abismo. Semas, lexemas y morfemas en un estado alterado de conciencia serán las señales para encontrarnos en el hambre de claridad, bajo una noche fragmentada por la luz.
En 1923 partió a París, donde permaneció hasta su fallecimiento en 1938. Durante su llegada pasó bastantes carencias y condiciones lamentables. En 1926 Vallejo conoció a la diseñadora de moda, Georgette Marie, quien se convirtió más tarde en su esposa y cumplió un papel fundamental en la difusión de su obra completa. Celebrando la vida y el golpe de suerte que tuvo el matrimonio, gracias a la herencia que recién de recibía Georgette, viajaron juntos a la Unión Soviética, España y otros países europeos.
Vallejo había resuelto ganarse la vida desde su actividad intelectual, así, escribió artículos para periódicos y revistas, piezas teatrales y ensayos de compromiso político e intención propagandística, como Rusia en 1931. Reflexiones al pie del Kremlin (1931). Precisamente, en ese año, se inscribió en el Partido Comunista de España y llegó a ser nombrado corresponsal. Vive durante un periodo convulso, en plena Guerra Civil. Muestra de su afecto a la humanidad está representado en el poema España, aparta de mí este cáliz (1939), que escribió con un carácter más político.
La palabra de Vallejo
“Con Vallejo el asunto es a otro precio. No se trata aquí de pesar y medir una retórica. Se trata, eso sí de palparle las vísceras a una soledad, de padecer un padecimiento, de llegar al centro de un idioma concebido y realizado como testimonio de un castigo. Nada, pues, ni por sospecha, de lujo verbal o suntuosidad expresiva.
En esta poética todo es óseo, duro, esquemático. El tiempo de Vallejo, es el de la piedra, el de los huesos, el de los nueve meses del hijo. Nos mostrará el mundo, los seres y las cosas del mundo, el perfil del amigo, el cuchillo del comedor, el camino, las espaldas doblegadas por la humillación de vivir con su dedo de niño cargado d e inhumano deslumbramiento.”
Héctor Rojas Herazo (Colombia, 1921 -2002). Poeta, escritor y artista plástico colombiano.
A VECES
Escribir un poema se parece a un orgasmo:
mancha la tinta tanto como el semen,
empreña también más, en ocasiones.
Tardes hay, sin embargo,
en las que manoseo las palabras,
muerdo sus senos y sus piernas ágiles,
les levanto las faldas con mis dedos,
las miro desde abajo,
les hago lo de siempre
y, pese a todo, ved:
no pasa nada.
Lo expresaba muy bien César Vallejo:
«Lo digo, y no me corro».
Pero él disimulaba.
Ángel González (España, 1928 – 2005). Poeta español.
CÉSAR VALLEJO
Ése que queda ahí,
que dice ahí
que ya hemos empezado
a desandar el llanto,
a desandar los doses
hacia el cero caído.
El niño, padre
del hombre aquel izado
a bruscos empujones
de desgracia.
El pobre miserable
que nos lanza puñados
de terrible ternura
y queda suavemente sollozando,
sentado en su ataúd.
El mendigo de nada
o de justicia.
El roto, el quebrantado,
pero nunca vencido.
El pueblo, la promesa, la palabra.
José Ángel Valente (España, 1929 -2000). Poeta, ensayista y traductor español.
De: “La memoria y los signos” – 1960 – 1965
César Vallejo, peruano de nacimiento, muerto en París sin aguacero. Poeta del mundo. Sus signos todavía esperan germinar en tierras áridas.
La totalidad de la obra poética que escribió en Francia fue compilada en la publicación póstuma, Poemas humanos (1939). En esta producción, es patente su lucha por la justicia y la solidaridad, rescata el espíritu humano de la fraternidad, una despedida a los seres que abrazaron su existencia desde la otredad.
Texto y composición: Yuly Andrea Durango Flórez y Luis Eduardo Cano Alvarez
.