Por Mariana Balbin.
La vida pasa… A veces pasa sin ser percibida, sin hacerle justicia a la maravilla que supone vivir. Digo maravilla no porque sea plena, sino porque el vivir expresa la sencillez de no caer en la absoluta felicidad, ni en la absoluta decadencia. La vida, se presenta ante nosotros por la fuerte sensación de ausencia, de precariedad, de fracaso: tiempo perdido e irrecuperable.
Desde la niñez nos preparan para una vida que debemos seguir organizando día tras día con el fin de evitar que el sistema caiga sobre nuestros hombros: tal como una cruz que imaginariamente creemos haber evitado. En este teatro que mantenemos, como buenos actores, fingimos placer ante el hastío y el cansancio que constantemente se ve reflejado en la sociedad en escenas tan cotidianas como la actitud, a veces, mezquina, otras deprimente que se aprecian entre los transeúntes que, en su afán de llegar, no ven al otro, ni se ven a sí mismos.
Sobre la brevedad de la vida
Ahora bien, el texto que deseo presentar es Sobre la brevedad de la vida de Séneca (2000). ¿Por qué brevedad? Al leer esta reflexión no pude evitar dialogar con Séneca, traerlo a estos tiempos donde la existencia se nos presenta cada vez más pobre y breve, a estos tiempos que ofrecen miles de posibilidades, y que, sin embargo, a la vez te limitan a la hora de querer ocuparse de ellas. El capitalismo tal como lo vivencio, ha multiplicado las enfermedades mentales debido a que su derrotero genera un agotamiento y una sensación constante de fracaso en el diario “vivir”.
Tenemos afán de ostentación, bien sea material o intelectual, de felicidad o de embriaguez. No obstante, tales supuestos triunfos se presentan de una manera ilusoria, son triunfos si y sólo si hay otro que los reconozca, que exprese su interés, que alimente por medio de halagos el valor de una persona. Pero ni así logran ser por completo fuentes de orgullo pues son pasajeros, en la medida de que constantemente el sistema crea necesidades que debes saciar hasta más no poder. Haciéndote olvidar de sí mismo y convirtiéndote a su vez en un objeto de consumo.
El otro representa en esta rutina una fatiga, en el sentido de que ostentamos para su reconocimiento, nos comportamos por y para él sin generar una verdadera convivencia. Por ello Séneca (2000) nos dice “no quieres estar con otro, solo no quieres estar contigo mismo” Precisamente es a eso a lo que apunta su filosofía: a la vida, más bien ¡Al vivir! La vivencia nos conduce a dedicar tiempo para nosotros mismos, para examinar nuestro pensamiento, para el ocio y, por tanto, a la apertura hacia la sabiduría.
No obstante, aplazamos este tiempo para sí mismos teniendo la más ilusoria promesa de que en un futuro-no sabemos cuál- podremos ejercer nuestra libertad, sin nada que nos ataje. Descansar del ruido y vivir una vida cálida en el placer de hacer lo que se quiere, pero: – ¿¡Cuándo!? ¡Cuándo será ese día! Despertemos, tal día es hoy, no olvidemos la señora muerte que va dos pasos delante de cada acción.
Bien nos dice la sabiduría popular: no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. El tiempo es breve, la vida es breve y en este mundo de experiencias efímeras siempre quedará la sensación de estar en falta de algo que no podemos evocar. Atrapados en el consumo y en el trabajo la vida se difumina. Cambiamos vivir el ahora por ser en un futuro incierto.
Séneca y Carrasquilla
Carrasquilla (2004) en su emblemático cuento En la diestra de Dios padre nos presenta a Peralta, un hombre entregado a generar riquezas para donar a los pobres, a dedicar su vida al servicio del otro. Cierto día la muerte llegó a tocar su puerta, hecho que lo preocupó sumamente, pues sentía que aún había mucho que hacer por el otro. Por tanto, decidió engañarla, haciéndole subir a un palo de aguacates, con el fin de librarse de su destino y así obtener más tiempo para preocuparse por el más necesitado. Lo que aún ignoraba este hombre es que él también se hallaba en carencia de vida, necesitaba vivir. Sin embargo, al pasar un tiempo, Peralta logra reconocer que el mundo mantiene su armonía en la relación sustancial de vida y muerte y que debía bajar a la pobre muerte del palo de aguacates para así volver a traer el sentido de vivir.
Efectivamente, lo que refleja este cuento es a un hombre preocupado por la vida de los otros, por el deseo de que todos tengan una vida plena, mientras él en una especie de ascetismo, se olvida de sí mismo y olvida por tanto la relación entre vida y muerte por lo que la rechaza, le teme a la muerte en sí misma.
El sabio, como lo caracteriza Séneca (2000), es aquel que asume la muerte con completa paz, porque vivió y no le queda nada más por hacer. Es aquel que tiene un saber práctico sobre la vida, puesto que recorrió sus caminos y la experimentó. Por tanto, no hará “trepar” a la muerte en un palo de aguacates, sino que la recibirá como una buena amiga.
Para Séneca el vivir no se agota en ese existir interminable, es decir, en extensión de tiempo. Por el contrario, cuando se vive hay un disfrute en las acciones, por mínimas que sean. Somos en la medida de que dedicamos tiempo para nuestros pensamientos: ritual sagrado del yo. Además, el saber vivir y el saber morir para este escritor, se halla íntimamente relacionado con la sabiduría y con la actitud filosófica.
La sabiduría surge a partir de un estado de ocio, que ha permitido el nacimiento de diferentes artes y ciencias, entre esas la filosofía. Al igual Aristóteles considera que la filosofía surgía en tal estado, que no expresa un no- hacer nada o dedicarse a acciones “inútiles” que no aportan algo sustancial a la vida y al pensamiento. No, eso no es, a lo que refiere con “ocio” es a la expresión de ese estado de soledad en el que la reflexión asalta al hombre y lo saca de ese “atareamiento” de la cotidianidad. Devolver la mirada, contemplar el pasado e imaginar de tal manera que al llegar al lecho de muerte no habrá sentimiento de remordimiento alguno por una precaria existencia, sino que por el contrario veremos la vida de manera armónica.
En esta medida, el sabio al dedicar tiempo para sí mismo, entabla diálogos con todas las manifestaciones humanas puestas a su disposición, bien sean escritas o de otra naturaleza ¡Los hombres ociosos se hallan libres y por tanto son Sabios, porque viven! Su vida les resulta extensa y suficiente, ya que sus vivencias se alimentan también de la historia, al entrar en diálogo con ella, con el pensamiento humano puesto en reflexión. Como consecuencia no temen a la muerte, puesto que al igual que Sócrates consideran que vivieron acorde a su pensamiento y es ahí donde se halla el quid de la sabiduría: lo que hace al sabio ser sabio es la construcción y reflexión sobre su existencia llevada a una praxis acorde con su pensamiento.
Despertar de la fatalidad
Para concluir, Wilfer Yepes (2014) en su ensayo Lo más humano de la filosofía: la filosofía como modo de vida en las cartas de Lucilo a Séneca expone la necesidad de que la filosofía retorne a ese estado que nos presenta Séneca y que ejemplifica la filosofía socrática. La sabiduría no es recibida de manera innata al nacer, sino que va surgiendo en las mentes apacibles que buscan tranquilidad en su espíritu y que, además, reconocen el tiempo como aquel camino que permite el aprovechamiento de su existencia.
Esta reflexión de sí es consecuencia de una actitud filosófica que exige tal estado de sabiduría en nuestras vidas, conduciéndonos a un modo de vida que irrumpe con la realidad tal y como la contemplamos en la pasividad de nuestra existencia. Despertamos de una fatalidad, para inclinarnos hacia un conocimiento de sí y del mundo.
Asumir una actitud filosófica implica llevar nuestro pensamiento a nuestra cotidianidad: Actuar acorde al pensar. Por tanto, es un compromiso que adquirimos con el mundo y con nuestra propia existencia. En consecuencia, Yepes (2014) invita a la filosofía academicista de hoy en día a que descienda de nuevo a la realidad y que reconozca y recuerde que “la filosofía es un modo de vivir acorde al pensar” (p.2)
Bibliografía
Séneca (2000). Sobre la brevedad de la vida. Diálogos. (pp. 361-414) Madrid: Gredos.
Carrasquilla, Tomás (2004). En la diestra de Dios padre. Ecdótica una librería digital. Recuperado de (PDF) En la Diestra de Dios Padre
Yepes Muñoz, Wilfer Alexis (2014). Lo más humano de la filosofía: La filosofía como modo de vida en las Cartas a Lucilio, de Séneca. Revista Científica Guillermo de Ockham, 12(2),95-107.[fecha de Consulta 15 de Agosto de 2020]. ISSN: 1794-192X. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=1053/105338606010