Cuando nos conectamos con la vida de estas montañas y apreciamos la riqueza invisible de nuestra propia historia somos realmente conscientes de nuestro lugar y del lugar del otro. La historia nos invita a conocer esa trama del tiempo que nos da cuerpo y comunidad. Asumir la historia significa trabajar todos los días en contra del olvido, pero también en contra de los juicios y prejuicios, se trata de estar alertas en todo lo que respecta la identidad personal y social.

(En la imagen Marta Guerra y Emmanuel Restrepo, compartiendo conocimientos sobre plantas aromáticas y medicinales)
En las montañas de San Cristóbal la memoria y los saberes son parte vital de la identidad, son historias de vida e Historia viviente, por ello desde la comunicación comunitaria se favorece la transmisión intergeneracional de las imágenes guardianas de la historia, porque son guardianas de la identidad y nos protegen del olvido. Se diría que son los poetas los que fundan y custodian la memoria de los individuos y de sus comunidades. Al escribir y comunicar las visiones del territorio se fortalece la cultura de la paz y una comunicación orientada a la emocionalidad.
En veredas como Boquerón, San José de la montaña, El Uvito, Travesías, La Palma, entre otras que componen nuestro territorio, encontramos costumbres relacionadas con la tierra, cultivos y semillas que han pasado de generación en generación, saberes que se transmiten en silencio y palabras que tiene resonancia más allá. Cuando sembrar y qué semillas, sobre qué tierra abonar y cuando salir a cosechar lo cultivado.

(Los saberes tradicionales relacionados con la medicina ancestral son parte de la identidad de San Cristóbal. En la imagen huerta de plantas aromáticas en Boquerón)
Aquel que se adentre en el territorio encontrará imágenes de la memoria, secretos no esquematizados en los rostros, huellas de animales desaparecidos y recetas creadas en las cocinas de la antigüedad. Recetas que curan todos los males, que se continuaron después de la Conquista y permanecieron o se comunicaron de familia a familia, formas de curar y proteger el alma de las malas energías.
COMPOSICION AUDIOVISUAL
Romero o manzanilla, el cilantro, el ajo, la citronela, la cebolla de rama, la ortiga, el laurel, el diente de león, la hierbabuena, plantas que con sus poderes curativos han acompañado a las personas que mantienen la tradición, la conversación, el saludo cordial. En tiempos de tanta técnica, la conversación es un arte, un arte del encuentro, una lectura sensorial del territorio, porque es con el diálogo que los saberes se transmiten y se imprimen en el alma de una comunidad.
La comunicación para la cultura de paz sigue alerta a cada encuentro con el otro, trabaja en contra del olvido y a favor del reconocimiento y la memoria del arte o el arte de la memoria. Desde el tú a tú, privilegiamos un mundo basado en la experiencia y el contraste de sensaciones, las opiniones diversas y los encuentros cognitivos, los colores y los sonidos diversos.

(La educación de las nuevas generaciones es una necesidad vital para reconocer y amar el territorio. En la imagen Emmanuel Restrepo, reconociendo la tradición campesina.)
La comunicación para la cultura de paz enlaza la historia personal y la comunitaria con el corazón y la consciencia, asume el infinito en cada individuo, recuerda y trasciende las condiciones sociales, biológicas y económicas, en pro de la libertad de ser.
COMPOSICION SONORA
(CREADO EN EL CENTRO EDUCATIVO TRAVESÍAS EL MORRO, VEREDA TRAVESÍAS , SAN CRISTÓBAL)
La maestría del reconocimiento va acompañada del reconocimiento de la maestría, porque la memoria nos habita y constituye nuestra identidad, porque somos memoria del tiempo, conversación. Asegurar la comunicación intergeneracional de los saberes cultivados por generaciones hace parte de una cultura de paz que reconoce la sabiduría de los mayores y las ganas de aprender de los más jóvenes.
