Por Yuly Durango y Luis Eduardo Cano.
Virginia Brindis de Salas (Montevideo, 18 de setiembre de 1908 – Buenos Aires, 6 de abril de 1958). Poeta, periodista y activista afro-uruguaya. En 1946 se convirtió en la primera poeta afro-uruguaya en publicar un libro en América Latina, se trata de Pregón de Marimorena. Su nombre de nacimiento era Iris Virginia Salas, así firmó su primer poema publicado en el diario “Acción” de Melo. Pero luego firmaría sus colaboraciones poéticas y periodísticas con el nombre Virginia Brindis de Salas. De su infancia y su vida se tienen pocos datos. Se sabe que sólo pudo completar sus estudios de primaria, en lo que resta de su vida sería autodidacta, se la pasaba leyendo libros de historia, recuerda su hija Unguet.
Actividad intelectual
Virginia Brindis de Salas se vio beneficiada por la ola de movimientos culturales y periodísticos que empezaron a proliferar en la década de los años 30. Las mujeres y las minorías iniciaron diferentes procesos en los que propiciaron objetivos comunes tales como visibilizar las capacidades de las mujeres en la esfera pública, tanto en escenarios intelectuales como políticos. Al tiempo que las minorías afro-uruguayas reclamaban el reconocimiento de su cultura ancestral africana en el imaginario nacional. Fue en este contexto que Brindis de Salas se hizo colaboradora asidua de la publicación Nuestra raza, periódico uruguayo fundado en 1917. En un primer periodo fue dirigido por los hermanos Barrios, el político Ventura y su hermana, la periodista María Esperanza Barrios. La participación de Virginia correspondió al segundo periodo, desde 1939 a 1948, cuando tuvo lugar una amplia participación de mujeres como Maruja Pereyra Barrios, Iris Cabral, María Selva Escalada y María Felina Díaz, también periodistas.
También hizo parte del Círculo de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores Negros (CIAPEN) del Uruguay. Esta organización cultural, fundada por César A. Techera en 1946 tenía como objetivo principal acercar y reunir los artistas, periodistas, profesionales y escritores afro-uruguayos. En su época, algunas poetas que reconocieron el trabajo de Brindis de Salas fueron Juana de Ibarbourou, su íntima amiga y la poeta chilena Gabriela Mistral. De hecho, esta última resalta el papel fundamental que desempeñó la poesía de Brindis de Salas en los movimientos afrodescendientes de Estados Unidos:
Un largo silencio se ha prolongado entre Ud. y yo; siempre recuerdo, nuestra amistad nacida en la Argentina, querida hermana en triunfos y en el dolor; luego de darme una fiesta espiritual con su precioso y valioso Pregón de Marimorena, que llegó hasta este rincón sus dos poemas del próximo segundo libro titulado “Cien cárceles de amor”. Mi corazón y el sueño de Abuelo Mon, la elevan a las alturas de la fama como su padre, en la pintura, como sus tíos en el violín y en la guitarra. Le auguro éxitos y sé que nada la hará cambiar de rutas: cante querida Virginia que Ud. es la única y la figura entre su raza del Uruguay; en Los Ángeles se conoce su poesía, en el Oeste.
Otro intelectual que saludó su poesía fue el escritor cubano, Nicolás Guillén, a quien recibió en su casa en una de sus visitas a Uruguay.
Un canto humano
La poesía de Virginia Brindis de Salas nos señala el lugar de encuentro de nuestras diferencias y de nuestra identidad como americanos. Una poesía social que más allá del tiempo toca nuestra actualidad. Aspectos como la discriminación, el reconocimiento de las culturas y las diferencias son de carácter permanente y son de una urgencia histórica que aún hoy vale la pena interesarse por estos asuntos. En este sentido, el reconocimiento de la negritud va más allá de una reivindicación histórica o de una inclusión lingüística. Virginia Brindis de Salas luchó por el reconocimiento de la cultura, los aportes y la inclusión de la raza negra, en un país y un continente que parece escribir la historia desde una sola mirada, como afirma Cristina Burgueño: “una poeta que es ampliamente incluida en antologías de poesía negra latinoamericana, aunque desconocida en su país e ignorada en sus historias literarias, en parte porque la cultura dominante no considera importante la contribución afro-uruguaya a la cultura nacional”. Hay una deuda respecto al reconocimiento que se debe otorgar a la poesía de esta poeta uruguaya, el canto social de su verso funda en el poema el lugar en el que se levantan y se hermanan las voces de los oprimidos.
En el caso de Virginia Brindis de Salas, la poesía es el lugar de emergencia de la condición humana, de la mujer negra. La historia de la escritora marginal que denuncia las exclusiones y el borramiento radical es un caso singular en América. En el propio Uruguay, su historia está siendo retomada apenas en la actualidad, lo que es significativo si pensamos que sus libros de poesía son un documento histórico innegable. La poesía de Virginia Brindis de Salas vertida en sus dos libros, El pregón de Marimorena y Cien cárceles de amor, mira de frente a la vida y sin embellecerla demasiado nos muestra una cotidianidad que merece ser revisada. Más que abrir heridas históricas lo que encontramos en sus poemas son formas de tomar conciencia, una conciencia que implica percibir lo que sucede, nombrar y aportar soluciones sin caer en la utopía.
Pregón de Marimorena
El tono social de su poesía y la preocupación por unir a los habitantes de esta América de las diferencias supera cualquier intento negacionista. De hecho, este es el eje que sigue Brindis de Salas en Pregón de Marimorena, articular una voz ética, anunciar la noticia del hombre, gritar a pulmón abierto el sufrimiento de los otros en un intento de hermanar la identidad ancestral con la nacional y latinoamericana. En este libro, dividido en cuatro secciones musicales: Baladas, Pregones, Tangos y Cantos, Brindis de Salas explora una visión de unidad de la humanidad por encima de las diferencias raciales utilizando tonos y ritmos populares en los que la expresión revive las raíces y transforma la identidad ancestral en la vivencia cotidiana.
Marimorena, personaje poético de su primer libro es signo de la condición humana relegada por los poderes de la mujer cuya voz ha sido ocultada, mas no apagada. La palabra de Marimorena es por ello reclamo popular, voz social que une a una América mestiza, indígena, negra y blanca. Su voz quiere quitarnos la venda de los ojos, despertar nuestros sentidos y nuestra capacidad ética. Por ello, la voz poética que encontramos en Virginia Brindis de Salas, es una voz sanadora, que espera curar con su canto el cuerpo social de América. Una América herida de colonialismo, racismo, discriminación y olvido histórico, es la América que nos ha dejado la historia y es el reto que tenemos que asumir, no sólo para la justicia histórica que reclaman los olvidados, sino también para el autorreconocimiento de nuestra actual diversidad.
La inclusión de una historia vedada, de “cómo sería el mundo”, es recurrente en el entramado poético de Virginia Brindis. Una sociedad más justa, que responda a los aspectos más variados, a los sones populares y a la igualdad. La poesía es aquí hermana de la liberación, porque nuestras cadenas no son solo físicas, son esos prejuicios estéticos, ideológicos, económicos, que forjan el mundo y que estigmatizan y declaran invisibles aspectos que reclaman su lugar.
Son las personas que nos rodean, las diferentes expresiones, los tonos, las preguntas y los reclamos, aquellas advertencias que nos presenta la historia del pasado y la del presente. Los mundos posibles donde los “negros y los blancos” coman la misma sopa en la misma mesa de la historia, un mundo con cristos negros, un mundo no sólo de días, sino también de noches de tango y de pregón americano.
La identidad latinoamericana se construye en la aceptación de nuestras diferencias, de nuestro aire de montaña y mar, de las risas y las lágrimas, pero también es imprescindible atender a la justicia histórica, que en nuestro caso comienza en la poesía. La palabra que es liberación y no esclavitud, la palabra que es percepción y no ceguera. Comenzar por recibir al otro, por escuchar su palabra a través del tiempo o en la íntima cercanía de la caricia es un acto de valentía en un mundo que siembra desconfianzas e injusticias.
Más allá de las razas, los idiomas, las visiones, nuestra pertenencia a la tierra americana y a la poesía como gran enlazadora y liberadora.
Obra poética de Virginia Brindis de Salas
Virginia Brindis de Salas publicó en vida dos libros de poesía: Pregón de Marimorena (1946, reeditado en 1952) y Cien cárceles de amor (1949). Estas dos obras se encuentran en dominio público desde 2009 gracias al trabajo de investigación y reivindicación de su nombre como intelectual uruguaya emprendido por Isabel Oronoz con la publicación “Rompiendo silencios” (2013). En este trabajo, Oronoz intentó reunir y brindar a las lectoras y lectores de esta poeta un acercamiento a su biografía y responder a la pregunta central de ¿por qué se tuvo tanto tiempo en la sombra total el nombre de Virginia Brindis de Salas? Asimismo, en este libro, recrea su poesía y promueve la restauración del nombre Brindis de Salas en la actividad intelectual afro-uruguaya, esto después de la acusación de plagio y el intento de borramiento de la Historia al que sometió Alberto Britos la obra de la uruguaya. En la actualidad, además de Isabel Oronoz, la cantautora uruguaya Patricia Robaina ha estado inmersa en el proyecto de recuperar la memoria y hacer justicia histórica musicalizando los poemas de Virginia Brindis de Salas.
Pueden consultar y descargar la obra poética de Virginia Brindis de Salas Aquí.
Selección de poesía del libro Pregón de Marimorena (1946)
A LA RIBERA AMERICANA Cuántos años vieron mojar mis pies las aguas salitrosas que bordan la ribera americana. La carne de mi cuerpo bañada en agua hermana, bautismo de este río que como mar se ensancha para buscar en la ribera de América, su senda ancha. Cuántos barcos al pasar por el ancón y por la playa abrieron, desmesurados grandes ojos y entre el cantar de marineros en su borda a toda la ribera del itsmo saludaron. Mi piel quemada, que besar quisieron, ebria de soles matinales se ha sumergido mar adentro saturada de sales y de encuentros. Vamos por la ribera de esta América indígena y mulata en pos de la vereda que todo lo mata. El pecho fuerte y los brazos siempre abiertos; macho y hembra; multitud, barcos y puertos; y una bandera de un solo color hinchada al viento; y las gentes en los barcos a babor y estribor con sus torsos desnudos teñidos de sangre por escudo. Que el pecho inflame la paz redentora y diga a todos: id ahora; que nuestra sangre se derrame sin demora. Hijos del suelo americano blancos y negros hermanados; tomad mi cuerpo, gustad el sabor de mi carne morena; quebrad el espasmo de la gruta del miedo que vuestra carne encierra! Sed nuevos prometeos; venid como Espartaco que América en su nervio desata sus canciones que dicen los deseos de un mundo amplio, nuevo, sus nuevas rebeliones! Quiero posar mi pie moreno en la ribera de los lares de América, infinita y verla que del suelo se levanta en sus talleres, sus fábricas, sus minas y de un formidable pulmón de voces femeninas, que aprieta el fuelle con manos masculinas, oír la canción en los caminos y en los muelles, plena de redención! C R I S T O N E G R O Metralla contra metralla “que amor con amor se paga”. ¿Un camello? Ojo por ojo; ¿a qué parábolas del cielo? Cristo negro manoseado por la audacia y por la fuerza, dejarás tu mansedumbre de cordero y tu vergüenza. Y fuerza contra la fuerza ruede el látigo por tierra, quita la hiel y tu miedo; caiga piedra sobre piedra. Sangre y llaga mucho enseñan. Mejor amo es la Justicia que las lágrimas del valle del esclavo venerable. Como al lirio le trajeron a la tierra, a ti te dieron: en el pecho, en las mejillas, del señoreo mancillas. Metralla contra metralla “que amor con amor se paga”. ES VERDAD, SI SEÑOR ¿Que yo soñé en los caminos como Antonio y Federico y Nicolás del Caribe y Palés de Puerto Rico? Es verdad, si señor; sí señor, es verdad. Un camarada de ensueños a nadie le quita nada; vivir y ansiar no es beleño, ni menos ser camarada. Es verdad, si señor; sí señor, es verdad. ¿ Que en Cuba bailan el son y en España el fandanguillo ? ¿Aquí el' tango dormilón y el guarapo en Puerto Rico? Sí señor, es verdad; es verdad, sí señor. Hoy los hombres trabajando se asemejan a gladiadores pues se lo pasan luchando con patronos y mediadores. Sí señor, es verdad; es verdad, sí señor. Las leyes son aceptadas y puestas así en vigencia; mejor estarían archivadas, si es la misma consecuencia. sí señor, es verdad. Es verdad, sí señor; Que vaya y coma pescado cuando la carne le falta; sea el gula bien loado mientras el hambre asalta. Es verdad, si señor; sí señor, es verdad. Qué capricho el de los hombres que dominan las finanzas: “pero, si aquí no hay pobres, “todos criamos buena panza”. Lo dice sin un dolor un político y “dotor”. Hay quién vive para comer y quién come para vivir; quién ve para creer y quién lucha para sufrir Es verdad, sí señor; sí señor, es verdad. ¿Que yo soñé en los caminos con Antonio y Federico y Nicolás del Caribe y Palés de Puerto Rico? Es verdad, sí señor; sí señor, es verdad. M A D R I G A L Tú miras mi carne morena con ojos que son dos ascuas; quisiera ser una fuente donde escancies sed de ansias. Quero quemar la sangre de mis venas en el trópico de tu frenesí trashumante. S E M B L A N Z A ¿De dónde provienes tú pasionable y exaltada? Tu sangre vió los ardores de la Nigeria expectante. Convada y de ébano arrogante el mapa de tu mirada. Tus axilas aromadas vegetación de la seiba. Paso de culebra tus caderas, muchacha negra. PREGON NUMERO UNO Toma mi verso Marimorena yo sé que lo has de beber como una copa de alcohol, a cambio de él quiero tu angustia Marimorena. Quiero tu angustia, quiero tu pena, toda tu pena y el tajo de tu boca cuando ríes como una loca Marimorena, toda ebria más que de vino, de miseria. Tu voz, que nunca arrulló a tus hijos ni a tus nietos y es voz de paria arrulla mimosamente toda la prensa diaria. Y no hay quien te haga callar por dos vintenes un diario no hay quien deje de comprar para aliviar tu sudario. Déjame ver tu cara Marimorena, que la atención acapara causando lástima y pena. Cuánto te deben Marimorena, esos que escriben y que tú pagas con tus vintenes, con tus pregones, por la mañana y por la tarde miles de veces; en cambio tú pagas con creces; su periodismo, su propaganda politiquera todas sus lacras, su egoísmo, sus fementidas torpes carreras. Marimorena todos los días vende los diarios; tiene una pena Marimorena y es su sudario. TANGO NUMERO UNO Turbación de cuerpos adheridos, el cadáver de una noche. Ayer tambor, hoy danza; ténue langor, alabanza. Tambora agitada en el solar, sonora tambora chás chás. El puñal del violín se clava en el alma del piano Rueda de gallo, tribu en el ostracismo. Ay Don Rafael de Sobremonte ¿quién los junta? ¿quién junta, quién vio tantos negros juntos alrededor de un tambor? Ay Don Rafael de Sobremonte! Tangó tangó, tangó, tangó. ¿Quién junta, quién los junta quién junta la música y el danzón, al hombre y la mujer pies y pecho? Ídolo bandoneón. TANGO NUMERO DOS Qué ojeras tiene la noche en las caderas del tango. Tambor que gime en el piano y es canto en el bandoneón. (Danza, que bailaron los esclavos, parche y ritmo en su elemental rueda de gallo) Yimbamba — yimbamba yimbamba — yambambé; son de tus caderas y tus pies. Ahéeé, canta el chico Ahóoó, canta el “piano”. Yumba que yumba yumba que yumba yumba que yumba yumba que yumba, chás- chás! Qué ojeras tiene la noche que se va descaderando con un tango dormilón. TANGO NUMERO TRES Guitarra, bandurria, teñidas de vino. Los lupanares del puerto sus hangares os han abierto. Entre el vaho de los alcoholes que hieden los marinantes borrachos de cinco soles, bandurria, guitarra: el pulpo de nuestra música al trashumante desgarra. Guitarra, bandurria, que habéis bebido tanto! Alma de barrio pobre, alma de sotabanco, quiénes os pulsan se conforman con unos míseros cobres. Tango que das tristura al café cosmopolita. Músicos errabundos te llevan sobre sus hombros, por todos los caminos. Guitarra y bandurria dos pipas de vino. CANTO PARA UN MUCHACHO NEGRO AMERICANO DEL SUR Muchacho con orgullo de bantú que cantas: Ya ho. . . ge , ge . . . , ge . . . , ge . . . , tangó! Abuelito gramillero, siempre lo recuerdas tú; dile a este muchacho americano qué era el bantú. En los galeones negreros vino, engrillado en sus sentinas sin un adiós a la tribu ni a la manigua. Abuelito gramillero, díselo, díselo tú a este muchacho americano cómo era el bantú. Ya ho . . . , ge. . . , ge. . . , ge. . . , ge . . . , tango! U N G Ü E T Tu corazón arrulla, como el caracol la vida del mar, el patio y el zaguán de nuestra casa. Unguet, quién te viera pasar como una vara de mimbre en el tembladeral. Niña mi niña recental de viejos seres nacidos en la manigna. Cuando tú puedas conta lo que tus ojos vieron; cuando tú puedas cantar lo que tus oídos oyeron, como el caracol el susurro del mar. Qué lejano mar, para tu inquietante andar Unguet, como una vara de mimbre hija del viento en el tembladeral. Y que tú puedas decir Benguela o Mozambique sin tener que maldecir el barco que se va, a pique. Unguet, hija sureña; en el invierno frío, en el verano, estío, La vena tropical de bisabuelo seca y ancestral. Este es tu suelo.