Nora Nelly Bedoya Guerra es una campesina de la vereda San José de la Montaña, que ha luchado durante varios años por integrar a su familia en un proyecto de agricultura ecológica para fortalecer su economía y, a la vez, contribuir de manera positiva con el medio ambiente que habita.
Una experiencia desafortunada marcó a su familia hace treinta años. En su casa todos se dedicaban al cultivo de fresas, la venta de estas era la principal fuente de ingreso económico de la familia. Desafortunadamente, el proceso de producción que seguían implicaba el uso de agrotóxicos, de manera que el cultivo recibía enormes cantidades de pesticidas para alejar a los animales, por ejemplo, a las zarigüeyas. Como un día uno de sus hijos se llevó a la boca una de aquellas fresas, colocando en riesgo su vida, esta experiencia generó un choque entre el estilo de vida que llevaba la familia y la salud que debían conservar. Poco a poco, en el hogar vieron necesario cultivar y asegurar un producto sano, libre de contaminantes que pueden causar daño a largo plazo a la salud del consumidor o como en este caso, en un niño que las consuma de inmediato. A partir de esta experiencia, su familia fue consciente de la necesidad de promover la protección de la salud, la seguridad y el bienestar de los agricultores en el campo, y la protección del medio ambiente.
Fue ese un momento fundamental para que Nelly decidiera empoderarse de una parcela que le permitiera cultivar lechuga y plantas aromáticas sin ningún tóxico durante el proceso y mostrarle a su familia los beneficios de tal decisión. Cambiar las prácticas de cultivo, compatibles con una agricultura sostenible y de reducido impacto ambiental es muy importante para evitar la degradación del suelo, hacer un uso eficiente del agua, y reducir la contaminación ambiental.
Nelly se interesó más por el tema de la agroecología y pudo asistir a una formación agroecológica en la Escuela de Agroecología de la vereda Travesías. De ahí, tomó fuerza su deseo por integrarse a un mercado campesino, así que vinculó sus conocimientos para ofrecer productos con un carácter diferencial, productos provenientes de un cultivo limpio.
Mujer campesina, plantas aromáticas y economía
Doña Nelly tiene unos vínculos afectivos muy significativos con la tierra si tenemos en cuenta su experiencia al cultivar plantas aromáticas. Esta visión es una parte muy importante para su experiencia como campesina, algo que, según ella, merece mayor visibilización en los escenarios públicos. Las mujeres ancestralmente fueron preparadas por sus familias, madres y abuelas, para mantener una economía hogareña. Las madres tenían una pequeña huerta para sembrar plantas para el autocuidado.
Las mujeres campesinas, tradicionalmente, han sido educadas para mantener una conexión vital con la tierra, a pesar de los estereotipos que han repetido algunas generaciones al destinar a la mujer únicamente a trabajos domésticos en el hogar y al hombre al cultivo de la tierra. Las mujeres campesinas que recuerda Nelly Bedoya han sido madres que sostenían pequeñas huertas con plantas aromáticas para el autocuidado de sus hijos, es decir, que en la familia solo se les concedía una pequeña parte de la parcela para cultivar este tipo de productos. Esta ha sido una economía silenciosa, siempre asociada a la cocina. Y esto sin perder de vista que en este espacio la mujer es clave por ser la administradora de la economía del hogar, porque suple tareas como la preparación y la distribución de los alimentos a sus seres queridos, teniendo en cuenta la despensa y los ingresos económicos de la familia. En esta práctica, doña Nelly reconoce la autonomía y el cuidado del alimento que se puede fortalecer si se les permite a las mujeres dirigir una parcela de tierra. Fortalecer a una mujer desde lo económico es fortalecer a una familia y a la sociedad.
Tener la oportunidad de sembrar el propio alimento es contribuir a posicionar la economía de la mujer y de la familia, este vínculo cultural que ha tejido la mujer con la tierra no debe tratarse como un lujo, representa una garantía básica para alcanzar una prosperidad en el derecho a la tierra.
La huerta como farmacia
En contraste con los monocultivos de junca, cilantro y hortalizas, a veces, predominantes en sectores del Corregimiento, en la huerta de Nelly Bedoya encontramos un lugar especial para las aromáticas. Es un lugar destinado a la farmacia de la familia y la comunidad. Las plantas aromáticas son el complemento perfecto de un cultivo, tienen un lugar especial, el centro principal del sembrado, porque no están ahí solo para decorarlo. Ellas hacen una labor de alelopatía natural, ayudan a regular el ecosistema, previenen la invasión de insectos y de esta manera evitan recurrir al uso de agrotóxicos para fumigar la tierra. Con este equilibrio natural que aportan a la huerta, también se ve beneficiada la diversidad de plantas que se pueden conservar, factor importante para mantener una soberanía alimentaria. Si se lograra fortalecer esta parte alimenticia de las familias, aprender a consumir lo que esta siembra, se reduciría el hambre en muchos hogares, aprender a hacer un mejor uso de la tierra es progresar en el consumo local, cultivar con sentido.
En términos de salud, el cultivo de las plantas aromáticas cumple una labor de prevención en el cuidado y mantenimiento de todas las plantas que alberga la huerta. Cada planta cumple un rol específico en el sembrado, algunos generan esa protección al emanar distintos olores, otras con sus texturas o al aportar nitrógeno desde sus raíces.
Las tres hierbas: calientes, amargas y frías
De acuerdo con Nelly Bedoya, primero se identifica la calidad de las aromáticas. Hay que seleccionar las plantas de acuerdo con su composición: las calientes, las frescas y las amargas. Las calientes: la manzanilla, el romero, la ruda, la altamisa, la salvia amarga, el eucalipto, estas se emplean en las heladas del invierno, en meses como enero, se hacen hidrolatos o macerados para calentar la huerta. Las amargas sirven para repeler hongos y bichos, entre ellas están la alcachofa, la caléndula y el diente de león. Las frescas se utilizan en tiempos calurosos y se esparcen en hidrolatos en la mañana, antes de la salida del sol, para obtener este beneficio suelen emplearse plantas como la malva o la hierbabuena.
Nelly Bedoya tiene un aprecio especial por todas las plantas aromáticas y medicinales, cree en la recepción de ellas aunada a la energía de nosotros. Si nos dirigimos a ellas con amor, se puede generar un bienestar que conecte con ellas. Por ejemplo, la ruda emana sus olores al contacto suave con las manos, si se les solicita ayuda, solo su olor reduce el estrés o la migraña. Es como el romero, que también es especial para mejorar nuestra parte neurológica, activarlas con el contacto de las manos, hablarles y solicitarles sus beneficios siempre será efectivo.
En su huerta podemos encontrar gran variedad de cultivos: sauco, manzanilla, rosa amarilla, ajenjo, romero, menta, pronto alivio, entre otras. De hecho, cultiva una variedad de sauco que se emplea como infusión para la tos, sus hojas también se emplean como forraje o alimento para los animales, sobre todo para las gallinas.

La agroecología, un cambio cultural
En el Corregimiento hay muchas familias que le están apostando a este cambio cultural. Esta transición de cultivar con agrotóxicos a cultivar limpio, libre de químicos, es un cambio que debemos incentivar para el beneficio de las familias y del corregimiento.
Cuando se les pregunta por este tema a los campesinos, doña Nelly es muy consciente de que a veces parece que los grupos que están luchando por cambiar la relación que debemos mantener con los ecosistemas, se ven pequeños como hormigas. Pero, aun así, valora como pocas lo clave que es seguir difundiendo y aportándole a una mejor relación con la naturaleza al saber que esta mejorará lo que consumimos y la salud de nuestras familias.
¿Cómo esta economía familiar le aporta a esa relación sana de ambiente y salud? ¿Qué le estamos vendiendo a nuestras familias? Tal vez, todo comienza por una idea, se trata de llegar a las generaciones más jóvenes dándoles diversos argumentos que los lleven a entender que el cultivo de la tierra no es solo un trabajo, que este es, ante todo, una forma de aportarle al patrimonio inmaterial del Corregimiento y al cuidado de sus vidas.
“Somos lo que comemos. Si quiero estar bien, debo alimentarme bien. Es oportuno dejar un montón de cosas que no necesitamos, volver a lo natural. Volver a las prácticas ancestrales, como lo son las aromáticas conectadas con una buena alimentación”.
Reflexión de Nelly Bedoya.
Usos tradicionales del pronto alivio

El pronto alivio es una planta aromática y medicinal, nativa de América, se puede encontrar en varios países de nuestro continente. También conocida con los nombres de curalotodo, salvavida, quita dolor o siete médicos, pues se le adjudican propiedades benéficas para el cuerpo y el alma. En la época actual de contingencia por el covid 19, en nuestro corregimiento San Cristóbal, ha sido ampliamente difundido el uso del pronto alivio en remedios caseros para el beneficio de la salud ya que cuenta con propiedades expectorantes, antiespasmódicas, digestivas, diuréticas, laxantes y antimicrobianas.
Las hojas son útiles en el tratamiento de diarrea, cólicos y dolores en general, gripe, tos, disentería y diversas afecciones estomacales. Además, se puede preparar en baños con beneficios desinflamatorios, se recomienda hacer la infusión de esta planta en agua y luego aplicar sobre las zonas afectadas, también se emplea para mitigar el dolor físico por quemaduras o hinchazones.
Investigación y edición: Yuly Durango y Luis Eduardo Cano Álvarez.
Fotografías: Yuly Durango.
