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Olga Orozco: Una exploración de lo inasible

Por Mariana Echavarría Balbin.

Olga Orozco (Santa Rosa de Toay, 1920- Buenos aires 1999) siendo la primera mujer en ganar el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo 1998, en su discurso hizo referencia a la imagen mística de la vuelta al bosque del que escapamos para apropiarnos de la totalidad o de una realidad que suprime el deseo. Volver al bosque, es aproximarnos a la “noche oscura del alma”, es decir, volver a lo sagrado y primigenio. Su poesía, y me atrevería a decir que su vida también, fue recogida en ese discurso, pues en ella encontramos una preocupación constante por la necesidad de recordar, de hacer presente lo que alguna vez enterramos en el olvido, mantener viva el alma que acompaña al cuerpo y hacer del cuerpo un hogar para el alma. El amor, la ausencia y el traer al pensamiento un pasado que no tiene mañana también acompañan su voz y letra.

No es de extrañar su relación poética con el surrealismo, dado que su vida era rodeada por manifestaciones que ella nunca dejó pasar por inadvertidas. En diversas entrevistas declaraba su incesante búsqueda de sentido para los símbolos que la acechaban y se preguntaba qué significaban éstos en su destino. Así dijo que desde su niñez sabía que su vida sería atravesada por las letras, no solo por la afinidad que sentía por la lectura y escritura, sino también por el recuerdo de su más temprana vida que le recordaba el juego que establecía con la comida cuando de plato le daban “sopa de letras”.

¿Quién llama? ¿Pero quién llama desde tu nacimiento
hasta tu muerte
con una llave rota, con un anillo que hace años 
fue enterrado? (Orozco, 1962, p.13)

Una voz oculta en los pseudónimos

Su destino en el mundo de las artes y el pensamiento no fue fácil de alcanzar, de profesión fue licenciada en filosofía y letras, además escribía horóscopos. Pero su exposición pública de pensamiento y obra, por mucho tiempo fue enmascarada en diferentes pseudónimos masculinos que tenían su propio estilo y temas por abordar. La razón de mantenerse al margen se debía a que en ella habitaba el deseo de transmitir su pensamiento, no obstante en un mundo netamente patriarcal solo lo podía alcanzar a través de la voz masculina que era la única escuchada y valorada. En una anécdota contada por Canal Encuentro, deja ver la tristeza y vergüenza que sufría cada que sus pseudónimos perdían valor cuando los críticos se enteraban que detrás de ellos había una mujer. Uno de los hechos ocurrió con su pseudónimo Jorge Videla, cuando escribió un artículo sobre Gardel muy bien recibido por la comunidad, a tal punto que fueron a buscarlo en la revista donde publicaba constantemente, con el fin de hacerlo parte de un grupo selecto que homenajeaba al tanguero. No obstante, cuando Orozco explicó que ella era Videla,  el hecho de que la escritora era una mujer, fue motivo de lástima para el grupo de lectores y admiradores porque las mujeres no éramos admitidas en esa clase de reuniones. 

Además de ser escritora también trabajó en radionovelas, experiencia que le generó un extrañamiento con su cuerpo al representar solo papeles de brujas, madrastras y todo lo que simbolizaba “el mal”, con el pretexto de que su voz era gruesa y por ello no representaba al “eterno femenino” buscado entre las damas.

Una mano, dos manos. Nada más.
Todavía me duelen las manos que me faltan,
esas que se quedaron adheridas a la barca fantasma que me trajo
y sacuden la costa con golpes de tambor,
con puñados de arena contra el agua de migraciones y nostalgias.
Son manos transparentes que deslizan el mundo debajo de mis pies,
que vienen y se van.
[…]
¡Y esa brisa incesante que deslizan de la una a la otra
como un secreto al rojo,
como una llama que quema demasiado!
me pregunto, me digo
qué trampa están urdiendo desde mi porvenir estas dos manos.
Y sin embargo son las mismas manos.
Nada más que dos manos extrañamente iguales a dos manos en su oficio de manos,
desde el principio hasta el final. (Orozco: Esfinges suelen ser)

Poesía y ocultismo

La poesía de Olga Orozco es atravesada por la referencia a la memoria, relacionada con un interior y exterior que sufre los vestigios que deja el olvido. Por esta preocupación es que la poeta se refugia en el psicoanálisis y en el surrealismo donde intenta encontrar y recrear lo que fue y será. El inconsciente es interpretado en diversas ocasiones por esta poeta bajo la metáfora del mar o de la puerta que constantemente se manifiesta bajo la inquietud y una incesante turbulencia imperceptible empíricamente, pero sentida.

Su vida se hallaba inclinada hacia el ocultismo, la mística y prácticas como la lectura del Tarot: ¿qué diferencia la magia de lo poético? Para Olga, solo la forma de aproximación a lo intangible e inasible. La poesía y la magia hacen frente a la luz de la razón que oculta lo sagrado en el interior de nuestro yo. La razón quiere abarcar, prensar con sus garras todo lo humano y no humano; la poesía, por el contrario, tienta, pero no da y por ello puede aproximarse levemente a aquello que no es posible expresar por medio de la razón.

Su poesía, en especial la incluida en su libro Juegos peligrosos expresan el juego y la apuesta que su yo poético mantiene con el destino. Así como los griegos consideraban que las musas advenían a los poetas para que ellos transmitieran el mensaje recibido, esta poesía no espera nada de los cielos, sino del interior, siendo este tan enigmático e infinito como los propios dioses. Por ello Orozco consideraba que “la poesía es un fracaso porque en el poema está representada la décima parte de lo que quería decir y el poema, viene a ser un mapa opaco de un territorio de fuego que el poeta recorre durante la creación poética” (Olga Orozco en canal Encuentro). Esto lo expresa Orozco en su poema Con esta boca, en este mundo (1994).

Nuestro largo combate fue también un combate a 
muerte con la muerte, poesía. 
Hemos ganado. Hemos perdido, 
porque ¿cómo nombrar con esta boca,
cómo nombrar en este mundo con esta sola boca en 
este mundo con esta sola boca? (Orozco, p.32)

 A continuación, un poema de Olga Orozco inédito digno de ser resaltado.

Allá lejos, ¿para qué?

Ni mi carne fue triste, ni tampoco leí todos los libros. Sé que es triste la carne que interroga tan sólo por 
ausencia, 
porque toda respuesta de otro cuerpo la sume en el 
error y el desencuentro, 
y la devuelve oscura, vacía, desolada, a su playa desierta. 
Pero cuando dos cuerpos elegidos para el amor se 
buscan y se encuentran, 
cada cuerpo es entonces una respuesta exacta para 
cada pregunta del deseo. 
Y la carne vertiginosa asciende por el revés de la caída. 
Y es delirio de fuego y alabanza, un aluvión de soles, 
hasta precipitarse en el suspenso donde vuelan juntas 
las dos almas, 
y hay un solo aleteo enamorado, contra las puertas de 
la eternidad. 
No, ninguna tristeza tiene la bendición de un 
prodigioso encuentro 
que nos lleve más lejos que todas las victorias sobre 
los límites del mundo. 
Y tampoco leí todos los libros. 
Pero abrí muchos libros como puertas que daban a 
circulares laberintos de puertas. 
¿No cambia cada página el eco de otras páginas y lo 
envía más lejos, y es el mismo y es otro cuando 
vuelve? 
Eso es lo que hace el mar con cada ola, el viento con 
el olvido y los recuerdos. 
Asombrosa tarea la de este desmesurado, ilegible 
universo. 
Nunca sentí el hastío del jardín atrapado en su 
estación sombría, 

ni el del ciego papel que me interroga en vano. 
No pasó por mi casa la costumbre por su alevosa 
ráfaga, congelando los años; 
ni me arrojó a la cara su enrarecido aliento de animal 
enjaulado. 
Solamente el milagro, amargo, deslumbrante o 
tormentoso, no la hierba oxidada, creció bajo mis 
pies. 
¿De quién huir y a dónde y para qué? 
Dondequiera que vaya soy yo misma pegada a mi 
aventura, 
a mi ansioso destino tan ajeno a quedarme o a partir 
con mi bolsa de fábulas y el indeciso mapa de lo 
desconocido. 
Allá lejos estoy tan cerca de las revelaciones y 
las dichas como aquí, como ahora, 
donde no logro descifrar jamás el confuso alfabeto 
de este mundo.

Poesía de Olga Orozco

  • Desde lejos (1946)
  • Los juegos peligrosos (1962)
  • La oscuridad es otro sol (1967)
  • Museo salvaje (1974)
  • Cantos a Berenice (1977)
  • Mutaciones de la realidad (1979)
  • La noche a la deriva (1984)
  • En el revés del cielo (1987)
  • Con esta boca en este mundo (1994)
  • También la luz es un abismo (1995)
  • Relámpagos de lo invisible (1998) (Antología)
  • Eclipses y fulgores (1998) (Antología)
  • Últimos poemas (2009)

Bibliografía:

Orozco, Olga. (2012). Poesía completa. Buenos Aires: Adriana Hidalgo editora.

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