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Macarena Flores, toda la naturaleza es sanación

Macarena Flores Zapata es una mujer emprendedora, se considera una mujer a la que le gustan muchísimo el campo y las plantas.  Su gran propósito es generar vida a su alrededor. A lo largo de su vida ha ido aprendiendo muchas cosas sobre las plantas, ese universo con el que ella vibra y quisiera hacer emprendimiento. Junto con su hija y su pareja habita este territorio en el que se respira la cultura campesina en todo su esplendor.

Vive en la vereda la Palma, parte alta, y allí, en una casa rodeada por diversas especies de fauna y flora de San Cristóbal, ha encontrado un espacio para vivir en conexión con la naturaleza. En las inmediaciones de la reserva El Moral, ha podido hacer lo que más le gusta, cultivar plantas aromáticas y medicinales. Las tiene cultivadas en la huerta y en pequeñas macetas. A todas les tiene un aprecio sincero y las respeta, porque para Macarena las plantas son sus maestras.

Entregarse a la tierra

A lo largo de su vida ha tenido aventuras, viajes de exploración y de descubrimiento con las plantas medicinales. Conocer plantas como la albahaca, la coca, el tabaco, le mostraron otro modo de ser y de sentir, lo mismo que el yagé, que le mostró todo lo que estaba mal con su cuerpo y la alimentación que llevaba. Para Macarena las plantas representan la posibilidad de entregarse a la tierra, a la madre, un retorno a la sabiduría de los ancestros y al poder armonizador de cada planta.

Pero una de las experiencias que más recuerda con emoción y que la vinculó con las plantas medicinales fue el nacimiento de su hija. Su hija nació en casa, con parteras que le indicaron, entre muchas otras cosas, cuáles plantas debería consumir durante el potsparto. En ese momento probó el hinojo y el anís de estrella para la lactancia y la penca de sábila para los pezones cuando se rajan. También ha usado la ortiga para limpiar de toxinas su cuerpo y fortalecer el sistema inmune mediante el consumo de batidos verdes. Para ella, las plantas son sanadoras y enseñan que es más importante vivir en paz que estar haciendo daño mediante los actos o las palabras. No basta con las plantas o con el consumo de ciertas sustancias si no cambiamos nuestras costumbres, hay que cultivar la naturaleza sin descuidar el espíritu. Las plantas le han enseñado que todo es energía y que lo clave es vivir con el cuerpo y el espíritu conectados, que hay que crecer en comunidad, en familia, porque en la variedad está la riqueza.

Para limpiar y armonizar su vida y la de las personas que la rodean, Macarena empezó a experimentar con las plantas, quería aprender a extraer sus propiedades y conocer sus efectos en nuestros organismos. Comenzó experimentando con los macerados, sintiendo y aprendiendo poco a poco las cualidades de las plantas en su cuerpo. Después probó con los linimentos, plantas diluidas en alcohol que sirven para relajarse.

Cambiar la conciencia con las plantas

Macarena relaciona las plantas aromáticas y medicinales con un cambio de conciencia. Para ella, lo más importante es volver a lo esencial, aterrizar un poco. Cuestionar lo que consumimos ayuda a mejorar nuestra relación con la naturaleza, las plantas medicinales son una alternativa para quien se ve afectado por las medicinas químicas. En su recorrido existencial ha podido valorar los aromas y esencias de las plantas con toda su fuerza ancestral, un saber que sintoniza con el cuerpo y hace que nuestra mente sea más comprensiva.

En su huerta encontramos plantas muy diversas, algunas son del territorio y otras de diversas regiones de Colombia como la coca, traída de Sierra Nevada de Santa Marta o la ruda chamánica, oriunda de la región amazónica. Cada espacio de terreno es aprovechado de la mejor manera, plantas como la hierbabuena, el cannabis, el romero, la ruda, la ortiga, la albahaca, la cola de caballo, la borraja, el boldo, la milenrama, crecen abonadas sin ninguna clase de químicos, pues Macarena conoce de agroecología y practica una agricultura sostenible.

Según ella, hay que hablar con la naturaleza, relacionarse con la tierra para vaciarnos del rencor y del odio. Solo si habitamos este mundo sin hacer daño, podremos experimentar la sanación, tanto del cuerpo como del alma.

Narrativas de la tierra al corazón

Para Macarena, las plantas aromáticas y medicinales generan una conversación, palabras claras y tranquilas, historias que enseñan y que van de corazón a corazón. Entender que tenemos un ritmo y un saber propio nos hace reflexionar sobre la velocidad que impone el progreso y la dinámica urbana. Hacerse cargo de la salud personal implica ser constante y tener hábitos saludables. El cambio de conciencia comienza con aceptar que tenemos que cambiar a un cultivo sano, si queremos mejorar la salud. Saber que una infusión de menta ayuda a los problemas digestivos, que la miel con el jengibre ayuda a la congestión nasal, conocer lo que nos rodea genera un empoderamiento sobre el territorio y prácticas ambientales y medicinales que benefician a todos.

Cada planta tiene su poder, no son una solución definitiva, pero si estamos rodeados de plantas medicinales podemos ayudarnos, prevenir enfermedades y confiar en lo que produce la tierra. Sembrar plantas medicinales le da a Macarena una experiencia integral que le recuerda que lo más simple es lo mejor. Desde que viven en San Cristóbal ha valorado la labor y el saber de los agricultores, en especial le parece importante lo que hacen las mujeres por cuidar a sus familias y transmitir de generación en generación un saber tan importante y útil como el de las plantas aromáticas y medicinales.

Usos tradicionales de la ortiga

La ortiga (Urtica urens L) es una de las plantas que encontramos en San Cristóbal. Es fácil reconocerla por sus hojas dentadas, además cuando se coloca en contacto con la piel produce picazón, es decir que es rubefaciente, aumenta la circulación de la sangre. Normalmente se usan las hojas para hacer infusiones o jugos verdes, es desintoxicante y diurética. Tiene vitaminas A, B y C, y nutrientes como calcio, silicio, zinc, potasio. No se recomienda su consumo durante el embarazo y la lactancia.

Investigación y edición: Yuly Durango y Luis Eduardo Cano Álvarez.
Fotografías:  Luis Eduardo Cano Álvarez .

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