
A la altura del desvelo
LA RUINA ENCENDIDA
Ni esa pálida sombra tras tus ojos
Ni ese brillo encarnado en tu rostro
Que se lanza al vacío
Piedra encadenada
Cual las alturas del desvelo
Aferrándose al impávido
Rutilar de tu estrella lejana
Advertida titilar entre tus ojos
Cifrados al oleaje sempiterno
De dos puertas azuladas permaneciéndose
Mientras cierra vacío
Un milano desde el cielo
Debocará la tempestad soportada
Alimentando el desgarro
Y esa estatuilla equilibra un oscuro pasado
Una mente que volátil te cerca
Hasta ti
Midiendo la ruina encendida de lo que no acaba.
A D I N A
Ni una quimera cabe
Ni un desliz ni una mentira
Entre nosotros encadenados
Al eterno presentimiento
Borrarnos los seres en llamas
Hasta sobrepasar el mar y la caricia.
OSCURAS BATALLAS
Mientras todo se derrumba
Y el mito de las condenaciones eternas
Aparece
Mientras el sol despunte
Y Zarathustra reviva
En la cueva de sombras
Y hogueras suicidas
Un cambio de piel
Un cabo suelto
En el soledoso temblor de arenas movedizas
Como monedas de un tesoro fulgente
Que arrastrar el viento parece
En el abismo del deseo más puro
Mientras todo pasa
Y el solo paso es signo cambiante
En la armonía
En el silencio
En el gozo
Mientras el giro del arco divino nos pertenece
A todos los hombres
Que suman con los dedos
Los cristos caídos por espanto
Y la alusión del término candente
Voraz
Elucubra estupideces espontáneas
Mientras todo pasa
Mientras el paso del tiempo permanece
En un pasado ilusorio
Retén del espacio sumergido
Lo que eres
Resbala
Como el pez de las causas perdidas
Logrando salir de la botella
Como un mensaje
Dentro de lo cual
La historia
Y la misma eternidad se decanta
Mientras todo permanece
Igual
Y las voces mismas del disparo
Alertan unos ojos sibilantes
Sierpes de su piel despojadas
En la oscuridad infinita
Pariendo luz eterna de los labios
Que se besan
Mientras todo arde
Toros gozosos
Arde
Arredrando la tarde cruzada
Por una yugulada mañana
Entretanto
Todo paso surreal como el viento
Es el viento
Es la luz
Y la voz persiguiendo oscuras batallas
Mientras todas las puertas se cierran
Y colapsa el mundo de polvo
Mientras la verja de hierro rechina
Y entra la tuza de los perros
Reptante
Por mis narices
Yo
Ente hastiado
Sufro de un dolor sin fondo
Lejos ya del hogar
De ecos diamantinos iluminando mi presencia
Mientras todo late
A fasces de sudor
Y viento
Mil terribles ventanales
Invisibles trifurcan
Entrevén la estatua de invierno
Ciudad aquella
De espinas candentes
Rechinando ahora
La sangre de pólvora la fiesta.
COMO UNA MOLOTOV INCENDIANDO EL MUNDO
No habrá culmen del dolor
que me arrebate a la desidia,
ni un dedo de sombra bondadosa
en el retén de la muerte;
hasta que la perla agonía
me desplace,
hasta que un temporal me lleve
a esa vida o especie de vida,
donde los abortados escupen su mierda,
como una molotov incendiando el mundo;
un planeta de bípedos peludos
hablando de la verdad, su esencia;
hasta la mísera bondad
de casas invadidas por la miseria,
hasta la inmunda rabia perseguida
o lo que resta del grito oscuro y pavoroso
del horror
y la frente,
en esa búsqueda irrefrenable
de una luz,
hierbajo
enloquecidos,
danzando en la memoria
de un tren desbocado.
OCASO EN LA SOMBRA
Se puede nombrar el agua
mientras disfume la sombra
del ojo de agua del cielo
en el pálido y hueco recinto
plegarán los pétalos la rosa
y un agua compartida herirá
el cuerpo cálido que fuiste.
ANTIGUALLA
El aura en llamas
seduce el tiempo estival.
Nada finge lo inconquistable,
que traduce cumplir un sueño:
Conquistar el deseo,
pero jamás recobrarlo.
Una sola vez el viento trae la dicha.
Y el trigo verde, al masticarlo,
nos dota la visión marchita del encuentro.
Hará la vida de los afligidos,
una rimbombante caída al paraíso.
En el fin, la agonía.
Serán los puentes volados,
vueltos a erigir,
como ciego alción
que vuela hacia el volcán.
Y las gentes no vician
más
sus caídas,
ni la bomba neurosis
hará relatores memoriosos.
Los deseos, una sola vez, se cumplen,
al dormir.
EL FRÍO DE LA MUERTE
Cuando el frío de la muerte acecha
y los bastiones del futuro acrecientan
esta santa cárcel sin destino
donde las casas abandonadas
a la suerte de la peste
se pudren con tan sólo supurarlas,
nadie barre las calles,
nadie da de comer ni de beber a los perros
y los soldados se entierran
parados como vinieron,
sin destino,
como se irán;
así,
como las mismas parcas
encendiendo la hoguera
a la hora de la verdad
y del camino maltrecho,
a la hora del barro improbable,
fruto de las laceraciones perdidas
en esta fiesta donde baila la res destazada
y los espectros alunizan;
porque mierda eres
y mierda de polvo,
regresas
a la marcada sepultura,
corazón de heredades,
denuesto impenitente
a la hora que un rayo parta tu morada,
a la hora que los solsticios de invierno
deshereden de la misma fuente,
los deshojados floripondios que escuece
la luna al llorar
hordas caricias
que no
significan
nada,
nunca,
hasta morir dormido.
Jack Farfán Cedrón (Perú, 1973). Ha publicado Pasajero irreal (2005), Gravitación del amor (2010), El Cristo enamorado (2011) y Las consecuencias del infierno (2013). Editor de Kcreatinn Creación y más & Plaquette El Cabuyal, revistas literarias. Otros textos suyos en: Letralia (Venezuela); Periódico de poesía (UNAM), Destiempos, Campos de Plumas (México); Revista de Letras (España); El Hablador, Fórnix, Sol Negro (Perú); Resonancias (Francia); Libros&Letras y Bogotá Ilustrada (Colombia).

