En San Cristóbal nos sumamos al compromiso ambiental
Con acciones cotidianas nuestra comunidad ayuda a disminuir los efectos negativos del cambio climático.
Acciones de reconocimiento y protección de la biodiversidad
















Sembrando Futuro en comunidad
Desde hace más de seis años el proyecto comunitario Sembrando Futuro ha cultivado plantas aromáticas y medicinales en inmediaciones del del Parque Biblioteca Fernando Botero. Este proyecto en el que la comunidad se vincula con el Parque Biblioteca es un modelo de participación y empoderamiento que hace uso de espacios públicos y los transforma de la mejor manera para beneficio de todos.

Ramón Álvarez y Natalia Álvarez, dos portadores de la tradición.
La familia Álvarez es muy reconocida en San Cristóbal por su marcada tradición campesina, por ser nobles y honrados, y por amar la tierra y todo lo que en ella crece. Esta familia ha crecido rodeada de plantas aromáticas y medicinales, éstas han sido por muchos años no solo una fuente económica importante, sino también una alternativa esencial para la salud y el bienestar de la familia.

Plantas aromáticas: economía de la mujer campesina
Nora Nelly Bedoya Guerra es una campesina de la vereda San José de la Montaña, que ha luchado durante varios años por integrar a su familia en un proyecto de agricultura ecológica para fortalecer su economía y, a la vez, contribuir de manera positiva con el medio ambiente que habita.

Me enamoré de las plantas medicinales
En el filo de la montaña encontramos a Blanca Cecilia Maya Álvarez, una campesina de la vereda Las Playas que ha sido criada en una familia tradicional campesina, ella junto con su esposo y sus hijos se ha dedicado al cultivo de hortalizas desde que tiene memoria. Más o menos desde el 2003 empezaron a cultivar exclusivamente plantas aromáticas con la siembra de pocas cantidades y variedades. El cultivo comenzó con la búsqueda y el intercambio de semillas entre vecinos, que en esta vereda como en muchas otras de San Cristóbal constituye una tradición.

Marta Guerra, una agroecóloga legendaria
A su avanzada edad doña Marta es custodia de semillas, conoce el tiempo de la siembra, los trucos secretos del clima y sabe preparar los abonos líquidos o sólidos para nutrir su humilde tierra. Y lo que no puede faltar es una diversidad en la siembra, el control por alelopatía, el aprovechamiento de cada rincón de la huerta.

Macarena Flores, toda la naturaleza es sanación
Macarena Flores Zapata es una mujer emprendedora, se considera una mujer a la que le gustan muchísimo el campo y las plantas. Su gran propósito es generar vida a su alrededor. A lo largo de su vida ha ido aprendiendo muchas cosas sobre las plantas, ese universo con el que ella vibra y quisiera hacer emprendimiento. Junto con su hija y su pareja habita este territorio en el que se respira la cultura campesina en todo su esplendor.

Huerta Escuela, una apuesta por recuperar los saberes de la tierra
Álvaro Vásquez Cano, campesino agricultor y líder comunitario de la vereda El Uvito es un claro ejemplo de vida que nos muestra lo que significa dedicarse a la tierra desde un enfoque comunitario.

Héctor Fabio Célis, el valor de la tierra limpia
En esta vereda encontramos a un campesino que cambió sus hábitos agricultores tradicionales por otros que descubrió que le generan mejores resultados y le brindan más paz y armonía. Este hombre es Héctor Fabio Célis, quien siembra desde la edad de ocho años y hasta el día de hoy mantiene esta tradición ancestral. Vive en El Llano hace más de 50 años, razón por la cual es un testigo excepcional de los cambios que ha vivido su vereda y en general, todo el territorio aledaño.

Es necesario revindicar los saberes ancestrales
Santiago Monsalve Uribe es un joven músico del corregimiento San Cristóbal, un apasionado por la vida, promotor de encuentros y diálogos de saberes que permiten celebrar la vida y nuestra pertenencia a la tierra, inquieto por los temas asociados a la naturaleza y la trascendencia.

Con aroma de montaña
La casa de Marta Ligia Muñoz está ubicada en la vereda Boquerón, un lugar donde la niebla es un habitante continuo y aves como el barranquero, la soledad, el carriquí y múltiples especies de colibríes visitan sus alrededores desde que amanece. Su predio está rodeado, como los castillos antiguos, por un pequeño riachuelo canalizado en piedra y sus guardianes son un grupo de perros pequeños que ladran estrepitosamente a quien llega.