
CACHALOTE
¿Cuánto tiempo tenemos antes de naufragar entre esta hoguera acuosa? Pienso en eso, a veces, cuando surco los inquietantes mares de la noche. En el lomo llevo los lastres del pasado, los nombres que no volveré a pronunciar de nuevo y en la méd ula llevo ancladas un cúmulo de heridas propias y ajenas.
Otros cachalotes confían en sus sueños y entretejen sus bordes como parte de una estampida oceánica, más no es mi caso. Dubitativo y temeroso ante el tronar de mis pensamientos y ante el caudal de mis exhalaciones me pregunto: ¿Hacia dónde me quieren arrastrar esos vientos borrascosos que se alzan sobre mí?
¡Quisiera saberlo! pero en medio de mi desdén aviento mi monolítico rostro contra las azules paredes del acuario. Sumergido en mi desesperación me encuentro otros rostros que permanecen con ojos rebosantes de arena. Sin más alternativa, intento clamar a los Dioses para que me socorran.
ESE.O.ESE.
ESE.O.ESE.
ESE.O.ESE
ESE
Mis palabras naufragan y se ahogan en lo profundo de mis cavidades submarinas en un último letargo. Guardo la esperanza de que cuando el día se abra de nuevo, seres heteróclitos se lleven consigo las cargas de mis moléculas y quizá entonces, a través de ellos, pueda entender finalmente qué es lo que hay detrás de esa supremacía cuántica que ostentamos las grandes cosas.
***
Como se difumina la protuberante vegetación del archipiélago, al zarpar, sin rumbo por los mares de la incertidumbre. A mi lomo se anclan los lastres del pasado, los nombres, las heridas ajenas y propias y hasta esas preguntas curiosas de los más despistados: ¿arcano o bestia? o ¿fósil errante?
Unos cuantos de nosotros, se alinean, erigen sus sueños como parte de una ininteligible red acuática, al tiempo que yo, asomo este monolítico rostro y la descomunal angostura de mis cavidades a los alarmantes vientos que rugen ante el olor a guerra.
En medio de la estampida oceánica y ante el desdén de Céfiro, recuerdo, otros tantos cuerpos que, permanecen, entre las arenas del olvido con la mirada ya cristalizada, pero, no el mío. Antes de desaparecer navego las fronteras terrenales retransmitiéndome dentro de un conjunto de reverberaciones submarinas.
¿Es allá a dónde debo ir? ¡Sí, tal vez! Iré hasta allá por inmersión, un día de estos, cuándo finalmente agache su cabeza el sol y, pueda yo, encontrarme con esos seres heteróclitos capaces de apagar la energía fecundante del día por un momento, para que se lleven consigo la radiación de mis moléculas y me permitan descubrir, a través de ellos, la supremacía cuántica de todas esas grandes cosas.
PREMONICIÓN
Y es que si no podemos dominar lo qué somos, si no podemos contener nuestras impetuosas ganas de saciar todos los deseos primitivos que llevamos dentro de nosotros. ¿Cómo se podrá salvar este planeta?
Andrés Calderón Piñeres (Colombia).– Poeta. Acuariano con ascendente y Luna en Leo. Ha participado en espacios de formación con la Revista Literaria Ouroboros.

